La palabra “Deontología” significa estudio de las obligaciones.

En el sector de la Edificación la correcta definición de las funciones y obligaciones de los diversos agentes que intervienen es especialmente importante porque es grande el número de ellos y porque suelen actuar con autonomía funcional, integrados en diferentes organizaciones o empresas, con intereses distintos, que deben organizarse eventualmente para la realización de cada edificio. El arquitecto debe, como primera obligación, conocer el alcance y la consistencia de sus propias obligaciones específicas.

La titulación de arquitecto es una de las que, en el ordenamiento jurídico español, están especialmente protegidas y abren la posibilidad del ejercicio, en exclusividad, de unas funciones de elevada responsabilidad social. La sociedad supone y tiene derecho a confiar en que la formación técnico-cultural del titulado en arquitectura garantiza todos los requisitos de calidad que los edificios necesitan, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de las personas desarrollan en ellos buena parte de su vida.

La protección de la actividad edilicia por parte de las administraciones conlleva una abundante regulación normativa. Tan abundante que llega a ser abrumadora y difícil de dominar. Y sin embargo algunas de las obligaciones más importantes de los arquitectos no pueden llegar a ser encerradas en formulaciones normativas. La sociedad depende en muchos casos de la ética personal de los arquitectos.

El arquitecto debe conocer, además, las obligaciones del resto de agentes de la Edificación. Saber qué le corresponde hacer a cada cual es una necesidad inmediata para el arquitecto, que ocupa una posición central y cualificada dentro de ese entramado de organismos, empresas y profesionales que acaba produciendo un edificio, un barrio, una ciudad y finalmente el paisaje humanizado (o deshumanizado).