09/12/2019

Alfonso Méndiz habla de la Biblia en el cine en un simposio internacional de Teología

El decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de UIC Barcelona, Alfonso Méndiz, impartió una sesión titulada “La Biblia en el cine”, en el marco del XXXVI Simposio Internacional de Teología, centrado en “La Biblia como lengua materna del mundo actual”. El simposio tuvo lugar en la Universidad de Navarra.

En su exposición, Alfonso Méndiz subrayó el atractivo que las historias bíblicas han despertado desde siempre en la cinematografía norteamericana, y que aún hoy siguen atrayendo el interés de grandes productoras y cineastas. He ahí, por ejemplo, películas como Noé, dirigida por Darren Aronofsky e interpretada por Russell Crowe y Emma Watson, o la superproducción Exodus: dioses y reyes, de Ridley Scott y protagonizada por Christian Bale y Joel Edgerton. Ambas historias despertaron el interés suficiente para reunir una arriesgada inversión –más de 130 millones de dólares cada una– e interesaron suficientemente al público como para que fueran a verlas un gran número de espectadores: ambas recaudaron más del doble de su coste total.

Méndiz también tocó otros aspectos, como la fidelidad y creatividad con respecto al texto original, además de ofrecer una amplia panorámica sobre la evolución de la imagen de Jesús –el personaje sobre el que más películas se han hecho– a lo largo de la historia.

Así, de cintas muy respetuosas, casi devocionales, de la primera época muda (1895-1915), que reflejaban escenas sueltas, estampas que el público reconocía con facilidad –Anunciación, Nacimiento en Belén, Huida a Egipto, etc.–, se pasó a una segunda etapa en que se creaban nuevos argumentos para dar continuidad al relato evangélico y lograr una historia con principio, nudo y final (1915-50): Christus, de Giulio Antamoro; el primer Ben Hur, de Fred Niblo; o Gólgota, de Julien Duvivier.

“En una tercera etapa (1950-70) –siguió explicando Méndiz– Hollywood apostó por el espectáculo de las grandes superproducciones, con estrellas consagradas, grandes escenarios y miles de extras: Quo vadis (1951); La túnica sagrada (1953); la segunda versión de Ben Hur (1959), con Charlton Heston; Rey de reyes (1961); Barrabás (1961) o La historia más grande jamás contada (1964)”. Esta es una etapa, según explicó el decano de Comunicación, en la que “la figura de Jesús aparece distante, hierática, solemne, como subrayando siempre su divinidad”.

Los años siguientes supusieron “una ruptura con lo visto hasta ese momento, con una imagen revolucionaria de Jesús: un mesías social o político, enfrentado a las autoridades, que duda de su propia identidad, que no cree o no sabe si es Dios”: Jesucristo superstar, Godspell o La última tentación de Jesucristo son los filmes más representativos de esta época.

Finalmente, Alfonso Méndiz se refirió a la etapa de finales del siglo XX, “en la que cristalizó una nueva figura, más certera y equilibrada, de Jesús en el cine: un Jesús que es Dios, porque obra milagros y trae una doctrina redentora, pero que a la vez es hombre: amigo de sus amigos, preocupado por los que le siguen, atento con los apóstoles, con los enfermos y con los niños. Un Jesús que ríe, que ama y que siente todo lo humano”: es la época de El hombre que hacía milagros, Natividad, La Pasión de Cristo, En busca de la tumba de Cristo o la miniserie Jesús.