Ana María Zamorano, alumni de la Facultad de Ciencias de la Educación de UIC Barcelona y responsable del Centro de Educación Infantil Avantis, fue la madrina de la graduación de este año del Grado en Educación Infantil y del Grado en Educación Primaria. En su intervención, la experta repasó el decálogo del buen maestro. “Ser buen maestro está bien, pero ser grande es mejor. Y los alumnos que os graduáis tenéis que ser grandes”, aseguró Zamorano.

En su discurso, la profesional quiso animar a los estudiantes a continuar formándose tras la finalización de sus estudios de grado: “No paréis nunca de aprender, porque os tenéis que formar bien para ayudar bien y hacer una correcta percepción de los posibles problemas de vuestros alumnos”.

Asimismo, la madrina también quiso recalcarles la necesidad de no tener en cuenta el sueldo a la hora de trabajar para poder ser feliz. “Si solo trabajáis para ganar dinero, siempre tendréis la sensación de que estáis mal pagados”, afirmó.

Después, el alumni, profesor y coordinador de cursos de orientación familiar en el colegio La Farga, Diego Ledesma, dedicó unas palabras a las nuevas incorporaciones de la comunidad Alumni y les transmitió un mensaje de tranquilidad ante las incertezas de su futuro laboral. “Ahora vais a aplicar todo aquello que habéis aprendido durante estos años”, afirmó, “y, si hay ilusión y cariño, todo se puede hacer”.

También hubo espacio para las representantes de los estudiantes de los grados en Educación Infantil y Educación Primaria, Paula Miguel y Cristina de Ribot. Miguel agradeció a los docentes del grado su papel durante estos cuatro años y destacó frases célebres sobre la educación para animar a sus compañeros a trabajar teniendo en cuenta los valores esenciales de la vida. Por su parte, de Ribot agradeció el apoyo de los padres durante la carrera y la confianza depositada en ellos para continuar adelante.

El acto fue clausurado por la decana de la Facultad de Ciencias de la Educación, la Dra. Esther Jiménez, quien animó a los recién graduados a “no dejar de mirar el mundo con optimismo”, porque sus formas de pensar y ver la vida acaban siendo transmitidas, de forma indirecta, a las futuras generaciones.

Asimismo, la celebración terminó con el tradicional canto del himno universitario Gaudeamus Igitur.