La idea de Pombo es “hacer felices a los demás, luchando contra las injusticias sociales a través de la Fundación en defensa de los derechos humanos”. Por ello, el trabajo pro-bono es una de las banderas que más ondean ya que, según cuenta: “este tipo de trabajo, siendo a título gratuito y voluntario, es dónde los abogados aportan más valor”.

Este es el objetivo de la Fundación que dirige Pombo: lograr que el trabajo pro-bono se regularice, mediante apoyo en las responsabilidades legales, litigios estratégicos, incidencias políticas o la educación en valores.

Pero es necesario darlo a conocer y, por ello, Carmen Pombo se remontó a los siglos pasados, explicando que el pro-bono existe desde el siglo I y que en España se empieza a implantar desde que se ratifica la Constitución española gracias a su artículo 119, donde se hace referencia a la asistencia jurídica gratuita. No obstante, está poco desarrollado.

“Los Estados Unidos y Australia —afirmaba Pombo— son los países que tienen más implantado el trabajo pro-bono. Hay países en los que es obligatorio y otros en los que, aunque no lo sea, se recomienda a los trabajadores que lo realicen como mínimo en cincuenta horas anuales”. Y es que, según dice, en el fondo, “es una forma que el abogado tiene para aportar su granito de arena a la sociedad”.

Finalmente, la directora de la Fundación Fernando Pombo, explicó en qué consiste el trabajo pro-bono a partir de ejemplos basados en todos los problemas o dificultades con los que pueden encontrarse las entidades jurídicas como: cuando hay que realizar recaudaciones para enfermedades raras, o para la construcción de escuelas en Haití, en que las asociaciones se preguntan qué ocurrirá con el dinero sobrante si se recauda más de lo necesario; o en los procedimientos a seguir en la construcción de un edificio que se convertirá en un centro para el trato de los drogodependientes... Es aquí donde interviene la labor altruista del abogado. Su trabajo pro-bono.