27/06/2014

«En nombre de todos y de todo corazón, Jordi: ¡gracias, gracias, gracias!»

Estas fueron las palabras de Josep Maria Pujol, presidente del Patronato de la UIC, en el acto de homenaje al primer rector, el Dr. Jordi Cervós, celebrado el martes al mediodía. Estaban presentes los tres rectores y cerca de una cincuentena de personas que formaron parte del nacimiento de esta universidad, hace unos quince años. En el acto se descubrió una pintura del retrato del Dr. Cervós, colocada en el rectorado.

Fue un acto breve y de familia, como explicó el actual rector, Pere Alavedra. Un acto en el que “queremos rendir un merecido homenaje a quien ha sido el puntal de esta universidad”. Según lo que le dijo Josep Argemí, el segundo rector de la UIC: “Fuiste la persona que fijó el nivel y la percepción social de esta universidad. Una universidad privada que nace de nuevo era un hecho inédito”.

En 1997, cuando se inició el curso de la historia de la UIC, Jordi Cervós (1930) era catedrático de Anatomía Patológica en la Universidad Libre de Berlín, de donde había sido también decano y vicerrector. Decidió volver a Barcelona, ??después de más de cuarenta años en la capital alemana, cuando le pidieron que fuera rector de la que iba a ser la Universitat Lliure de Catalunya. Ha sido doctor honoris causa siete veces –entre ellas, por la Universidad de Barcelona– y en 2002 recibió la Cruz de Sant Jordi, de manos del muy honorable presidente Jordi Pujol.

Durante el acto de homenaje, el actual presidente del Patronato de la UIC, le dirigió un discurso breve, pero muy sentido, donde Josep Maria Pujol mostró el afecto hacia su persona que fue quien “lo motivó en esta gran tarea”. Pujol lo conoció cuando vino a relevar a Ramón Guardans y –decía– “si no hubieras estado tú, no habría continuado. Has sido una pieza fundamental en esta UIC, que no tiene nada que ver con lo que es hoy y será mañana, pero que aguanta y se construye con unas bases y una de estas bases primordiales eres tú. En nombre de todos y de todo corazón, Jordi: ¡gracias, gracias, gracias!”.

La pintura, colocada en el despacho del rector, se puede ir a ver cuando se desee, poniéndose de acuerdo con la secretaria de rectorado.