Según explica Judith Urbano siempre ha habido mujeres artistas, pintoras y escultoras “el problema es que no las conocemos porque la historia del arte que estudiamos es la del siglo XIX, que las borró. Recientemente, a partir de los años 60, se empezaron a recuperar paulatinamente”.

Así, a través de un paseo por los autorretratos y retratos que han realizado algunas mujeres a lo largo de los siglos, la profesora Urbano ha hablado de artistas como Judith Leysler o Sofonisba Anguissola, del siglo XVI; Artemisia Gentileschi, del siglo XVII; Rosalba Carriera o Elizabeth Vigée-Lebrun, del XVIII; Rosa Bonheur, Berthe Morisot o Lluïsa Vidal, del siglo XIX.

“¿Quiere decir esto que eran pintoras de segunda o no tan buenas? No, ni mucho menos. De hecho –asegura la decana de Humanidades‒, muchas eran, incluso, pintoras de cámara de reyes y reinas y tenían grandes clientes, como los pintores masculinos”. Con ejemplos, Urbano ha ido mostrando lo que hacían estas mujeres. “Una prueba de que eran buenas –afirma– es que muchas de sus pinturas han sido atribuidas a hombres, a grandes pintores conocidos, y después se ha visto que no eran suyas”.

Por otro lado, Urbano asegura que también es necesario “tener en cuenta la dificultad que tenían ellas en sus épocas respectivas para abrirse camino en un mundo de hombres, donde no tenían las mismas oportunidades. Por suerte, muchas eran hijas de artistas, algo que les facilitó el camino, pero no siempre fue así”.

La carencia de modelos femeninos en el relato oficial de la historia del arte es una deficiencia que se combate desde el ámbito académico, recuperando biografías de mujeres destacadas. La conferencia de la profesora Judith Urbano en Cases Singulars ha sido un ejemplo de esto.