Para el profesor, las empresas familiares son una contribución esencial para la economía y ofrecen estabilidad a largo plazo, a diferencia de las empresas no familiares: “Cuando una empresa es propiedad de un capital riesgo, tiene un horizonte determinado de entre cinco y siete años y deben conseguir una tasa de rentabilidad determinada”.

El Sr. Tàpies afirmó que las empresas familiares están muy enraizadas con las comunidades locales y, por tanto, el condicionamiento social es elevado. “En el mismo pueblo en el que están las instalaciones y vive el propietario es dónde se toman las decisiones”, recordó el ponente.

Josep Tàpies indicó que el presidente de cualquier empresa familiar debe cuidar muy bien al accionariado si quiere que la organización funcione correctamente y evitar problemas de tipo emocional entre accionistas.

En este sentido, recordó que “la propiedad en la empresa familiar juega un papel psicológico. El accionista no tiene bastante con el valor de la acción si no que quiere ser tenido en cuenta y este es un coste adicional que la empresa familiar tiene que pagar”, indicó el profesor.

Durante el tramo final del Desayuno Cátedra, los asistentes pudieron intercambiar y compartir experiencias en torno al tema tratado. El objetivo de esta actividad, que se celebra durante todo el curso, es generar debates sobre temas relacionados con el humanismo empresarial.