Durante estos días, las voluntarias impartieron actividades de formación a 210 promotoras de salud de seis comunidades rurales en desarrollo sanitario. Coordinaron talleres centrados en temáticas como la higiene, la nutrición, la prevención de alcoholismo, la salud bucodental y la fisioterapia. Estos talleres se repitieron en las escuelas y a otros miembros de las comunidades atendidas durante la estancia en el país sudamericano.

Berta Paulo, una de las responsables, alumni y actualmente profesora doctoranda de Odontología, manifestó que, por primera vez, han podido dar atención odontológica. “Ha sido una experiencia increíble –explicó– ya que hemos conocido a muchas personas especiales que llevan en el silencio una auténtica vida heroica”. Es lo que también declaró Núria Mestres, alumna de Odontología, para quien “las expectativas fueron superadas totalmente: fuimos a ayudar y nos terminaron robando el corazón”.

Por otra parte, la alumna de Educación Marina Pérez reconoció que en un campo de trabajo así, todo el mundo aprende cosas. “Desde un niño, hasta un anciano. Convivir veinticuatro horas durante un mes entero así no tiene precio, y sobre todo te das cuenta cuando ya vuelves a casa”.

Este campo de trabajo se ha llevado a cabo en colaboración con la ONG guatemalteca Fundap, una fundación privada que promueve el desarrollo de los sectores de menores ingresos de la República de Guatemala, especialmente de los habitantes del área rural de las regiones de la meseta central, norte y sur occidental del país.