A primera hora de la mañana del domingo, cuando apenas el sol se había atrevido a sacar la vista por el horizonte, un grupo de personas ya estaba esperando el autobús que las llevaría al Santuario de Torreciudad.

Entre este grupo y los que prefirieron ir por su cuenta, los más de cincuenta que se apuntaron a esta salida tenían una idea muy clara: dejar a los pies de la Virgen nuestro día a día, y darle muchas gracias por “el milagro” –como a menudo dice el hasta hace poco presidente del Patronato, Josep Maria Pujol–, el milagro que ha sido, año tras año, esta universidad.

Así, guiados por uno de los delegados del santuario en Cataluña y por el responsable de comunicación de allí, Joan Emili Estil·les, los peregrinos pudieron conocer este santuario, creado por el impulso de san Josemaría.

Después de la misa celebrada por Mn. Albert Ribot, del Campus Barcelona, ​​el rector, Xavier Gil, y la vicerrectora de Comunidad Universitaria, Belén Zárate, colocaron la beca de la Universidad a la Virgen de Torreciudad y le ofrecieron una reproducción de la imagen de la Virgen María que está en el jardín del Campus Barcelona.

La jornada siguió con una comida en un restaurante de El Grado y, después, se rezó el rosario en el mismo santuario. Y, por la noche, ya estaban de vuelta al Campus Barcelona, ​​en la calle, curiosamente, dedicada a Nuestra Señora: Inmaculada.