27/06/2014

El derecho a la soberanía sobre la mesa, de manos del catedrático Ramón Punset

Con el título «Soberanía nacional, soberanía estatal y 'muerte' de la soberanía», Ramón Punset, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, el pasado 22 de febrero habló a los alumnos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas sobre el derecho a la soberanía que la Constitución española concede a los pueblos.

Visto la actualidad política catalana, el tema no podía ser más polémico. Así, si bien Punset dejó claro que, según la Carta Magna la soberanía pertenece al pueblo español y ningún órgano del Estado es soberano “ni, por supuesto —remarcó el catedrático— tampoco el parlamento catalán, es posible dar cabida a la independencia de una comunidad autónoma si se reforma la Constitución”.

Pero el tema no quedó solo en el ámbito estatal, sino que habló sobre la hipotética pérdida de soberanía de los países miembros de la Unión Europea con respecto a ésta. El catedrático rechaza que la adopción de medidas políticas que afecten a la totalidad de los estados de la UE implique una pérdida de soberanía. “La soberanía de los estados —dice Punset— sólo estaría en peligro cuando para modificar los tratados de la Unión ya no fuera necesaria la unanimidad de los estados, sino una mayoría”.

En este sentido, el profesor asturiano puso el ejemplo de los pequeños estados, como Malta o Chipre que, actualmente, pueden poner veto a cualquier tratado. “El día en que se modifiquen los tratados sólo por mayoría, los países miembros habrán perdido, la soberanía habrá muerto; pero para llegar ahí habría que modificar la Constitución europea”. Por eso, sostiene Punset, la transferencia de competencias no tiene por qué ser perjudicial para los estados miembros. Es más, decía: “es necesaria la existencia de una autoridad política mundial que controle los poderes económicos multinacionales. Si hay globalización económica, también tiene que darse en el ámbito político. No es posible que la sociedad internacional viva en el caos absoluto sin un poder público universal”.

Con esa idea, Punset apostaba por descartar lo que llama “micropolítica”. “El problema no es la multiplicidad de identidades, sino la incompatibilidad —afirmaba—; hay que ser capaz de ejercer de ciudadano de tu ciudad, de tu comunidad autónoma, de tu país, de Europa y del mundo”.