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El profesor Xavier Cabanach apadrina a los nuevos graduados en Educación Primaria
El pasado 4 de julio tuvo lugar en el Aula Magna de la UIC el cuarto turno de las graduaciones de Educación. Esta vez los alumnos fueron apadrinados por Xavier Cabanach, artista, pintor y profesor de la Facultad de Educación de la UIC del año 2001 al 2011.
Tras el desfile inicial de los futuros graduados, tomó la palabra Jaume Camps, vicedecano de la Facultad de Educación. Durante su intervención remarcó que “los maestros deben creer en las personas y deben ayudarlas a transformar al niño en adulto”. Además, remarcó que todos los niños y niñas tienen “un potencial escondido y que el maestro tiene que ayudarlos a descubrirlo” y que, por ello, “nunca podemos rechazar a un niño”.
Una vez terminada la intervención del vicedecano, fue el turno del padrino, Xavier Cabanach, quien dijo, con respecto a la tarea de educar, que “primero, son los padres; después, los profesores, y, por último, los alumnos”. Esta declaración puede crear dudas, pero Cabanach aseguró que “a lo largo de los años uno se da cuenta de que esto es una gran verdad”.
También hizo conscientes a los protagonistas de la jornada de lo que espera la Universidad de sus estudiantes: “El claustro de la UIC espera de vosotros el desarrollo de valores y virtudes, y esto os será muy útil en una sociedad que habla mucho de la persona, pero la conoce poco y la respeta aún menos”.
Antes de finalizar su intervención, destacó la importancia de ser “humildes: cualquiera es mejor que nosotros en algún aspecto”, y, al despedirse, felicitó a los nuevos graduados y aseguró, haciendo referencia a la necesidad que tiene un maestro de recibir formación continua, que el hecho de graduarse “no os convierte en unos genios; la formación no termina nunca”.
Por último, tras la entrega de diplomas y de un discurso convincente y atractivo por parte de la representante de los alumnos, para concluir el acto, el decano de la Facultad de Educación, Enric Vidal, deseó a los graduados “una carrera profesional fecunda y llena de momentos entrañables”.
Después, el decano invitó a los asistentes a compartir un tentempié, no sin antes cantar el Gaudeamus igitur.