Ante la posibilidad de un nuevo confinamiento domiciliario como medida para frenar el avance del virus, la psicóloga infantil y juvenil Iris Pérez cree que podría suponer un reto para la salud mental del país y generar un aumento de la incertidumbre, “ya que, una vez más, habrá por delante un número indefinido de días de reclusión”.
En el caso de los niños, esta medida significará “otra alteración de las rutinas que, con las herramientas adecuadas, podrán superar” y, en su opinión, “será de vital importancia establecer horarios para que los niños sepan cuándo es tiempo de estudiar, de jugar, de comer, de hacer ejercicio o de dormir”.
Pérez, profesora del Grado en Psicología, ha explicado que, durante el primer encierro domiciliario, se incrementó notablemente el uso de dispositivos digitales por parte de los niños hasta límites insospechados. “En las consultas hemos atendido a menores que sobrepasaron incluso las nueve horas de uso diario”. En este sentido, ha dejado claro que el uso de la tecnología para estudiar tiene un efecto positivo, pero su uso por motivos de entretenimiento sin control ni supervisión puede provocar un efecto inverso.
No obstante, para los colectivos de riesgo el reto puede llegar a convertirse en un problema importante “especialmente para los menores que sufren un trastorno mental anterior a la situación actual, aquellos que no lleguen a desarrollar estrategias adecuadas para hacer frente a un nuevo cambio en la rutina y los menores cuyos padres y madres afronten de una manera conflictiva la situación”, explica la psicóloga.
La experta destaca también que los niños tienen, en general, una capacidad de resiliencia única que hace que sepan afrontar situaciones estresantes de forma flexible y que se adapten mejor incluso que los adultos.