La exposición al humo residual o de tercera mano también tiene riesgo para la salud, especialmente entre la población pediátrica, según el profesor Jose M. Martínez-Sánchez, responsable del Grupo de Investigación sobre Determinantes de Salud y Políticas Sanitarias de UIC Barcelona. Como explica el investigador, el humo residual del tabaco es una combinación de gases y partículas que, tras haber fumado, persisten en las superficies, en el polvo e incluso en el cabello, la piel y la ropa, y pueden ser inhalados, ingeridos o absorbidos a través de la piel. Esto puede suponer un problema para la salud de las personas no fumadoras, sobre todo de los niños, como muestra la evidencia científica.

En este sentido, Martínez-Sánchez destaca que los niños, especialmente los más pequeños, presentan un mayor riesgo debido a comportamientos específicos como gatear o llevarse objetos a la boca. Además, los pequeños tienen un sistema inmune en desarrollo, una mayor frecuencia respiratoria y la piel es más fina, lo que aumenta el riesgo.

Como muestran los estudios realizados sobre el tema, el contacto de niños pequeños con familiares o educadores fumadores incrementa el riesgo de la exposición al humo residual del tabaco, por lo que los fumadores deberían extremar la higiene corporal y ropa cuando estén en contacto con los pequeños después de fumar, así como la limpieza del hogar o del vehículo si se ha fumado en el interior para reducir la exposición al humo residual del tabaco de la población infantil.

En el marco del Día Mundial Sin Tabaco, Martínez-Sánchez ha celebrado las medidas que prevé impulsar el Ministerio de Sanidad para hacer frente al tabaquismo, y que contemplan prohibir fumar en playas y terrazas, así como en vehículos cuando haya menores y embarazadas.