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La historia de un profesor alemán convertido en Santo Padre
El pasado 25 de octubre, la Facultad de Educación inauguró el curso del Postgrado en Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA) e invitó al teólogo Josep Ignasi Saranyana. El profesor Saranyana disertó sobre Benedicto XVI y el Año de la Fe que ha proclamado, del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013, con motivo del cincuentenario de la inauguración del Concilio Vaticano II.
La vida de
Josep Ignasi Saranyana
ha transcurrido en Barcelona, Roma, Madrid y Pamplona. Ha dirigido el Anuario
de Historia de la Iglesia y es miembro del Pontificio Comité de Ciencias
Históricas. Tras jubilarse como profesor de la Universidad de Navarra vuelve a
su Barcelona natal.
Para el
Dr. Saranyana la frase que podría resumir la vida de Benedicto XVI es: “Soy un
profesor que se ha convertido en Santo Padre”. En este sentido hay que destacar
que la carrera académica alemana de Joseph Ratzinger significó un complejo
proceso, muy laborioso, de muchos años, que le llevó a las cátedras de Teología
dogmática de Münster (Westfalia), Tubinga y Ratisbona.
Durante su
conferencia, el profesor Saranyana fue resumiendo la trayectoria de Ratzinger
pasando por la sede episcopal de Munich hasta que Juan Pablo II lo llamó a
Roma, el 15 de octubre de 1981. “Es bueno recordar —afirmaba Saranyana— que los
grandes gobernantes como Juan Pablo II tienen una rara intuición para descubrir
a los buenos colaboradores”.
El conferenciante fue explicando la evolución intelectual de
Ratzinger durante su época romana como prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe y cómo esa trayectoria le fue llevando “hacia un diálogo
abierto con nuevos planteamientos que le ayudaron a responder a los retos que
suponía su cargo, primero en la congregación y, después, como Romano
Pontífice”.
Para Josep Ignasi Saranyana la tarea que se ha propuesto el
Papa Benedicto XVI con el Año de la Fe supone llevar a la jerarquía, a los
sacerdotes, al pueblo cristiano —a veces muy centrados en temas sociales y
políticos— al núcleo de la fe. El Papa propone una conversión, para los que
creen, para los que han perdido la fe, y para los que nunca han oído el mensaje
cristiano, que les ayude a situarse ante las preguntas de Jesucristo. Este año
especial, concluía Saranyana “debe responder a la crisis profunda de fe que
vive el mundo y ha de convertirse en una fe vivida, operativa y
transformadora”.