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“Los arquitectos, con nuestro granito de arena, hacemos que la sociedad funcione mejor”
Jordi Ayala, Jonathan Arnabat, Aitor Fuentes e Igor Urdampilleta recientemente han obtenido el premio FAD de Arquitectura 2022 con el edificio de viviendas “Llacuna”, situado en el Poblenou de Barcelona. Se conocieron en su época como estudiantes en UIC Barcelona School of Architecture, cuando tenían un pequeño local alquilado donde llevaban sus proyectos y hacían los trabajos de la Universidad. Aquel local acabó convirtiéndose en un pequeño despacho y fue el embrión de una gran amistad y un equipo de trabajo que años más tarde se trasladó al estudio barcelonés Arquitectura-G. Todos ellos fueron antiguos alumnos y profesores de la escuela entre 2006 y 2016.
Jonathan Arnabat y Jordi Ayala nos acercan a su visión de la arquitectura. Hoy son arquitectos con una gran trayectoria profesional a sus espaldas, a pesar de que confiesan que algunas veces todavía tienen pesadillas con exámenes de Estructuras 4.
¿Cómo empezó vuestra trayectoria profesional?
Jonathan Arnabat: Empezamos haciendo proyectos muy pequeños, relacionados con el interiorismo. Familiares y amigos nos pedían reformas de su piso, de segundas residencias... Hemos pasado muchos años haciendo proyectos de interiorismo, pero estábamos un poco estancados y la gestión interna de la empresa era complicada porque cada vez teníamos más encargos de interiorismo. Había momentos en que teníamos 30 o 35 proyectos pequeños y esto es muy difícil de gestionar en un despacho de arquitectura porque en cada proyecto hay un cliente, una licencia urbanística que tienes que tramitar, hay un constructor… Hicimos un esfuerzo para cambiar un poco la escala: tener menos proyectos y que fueran de escala más grande y más vinculados con la arquitectura y con la edificación.
En el año 2021 ganasteis el premio FAD de Interiorismo por la obra “Estudio Omar” y este 2022 habéis ganado el premio FAD de Arquitectura con el edificio “Llacuna”. ¿Qué supone para vosotros haber ganado estos premios y además dos años consecutivos?
Jonathan Arnabat: Este Premio FAD del año pasado de interiorismo nos hace ilusión porque de alguna manera marca el final de esta etapa de proyectos más relacionados con el mundo del interiorismo. Es como que se nos valora todo el trabajo que hemos hecho en el ámbito. Hace mucha ilusión que el año siguiente volvamos a recibir el premio FAD, pero que esta vez ya sea de Arquitectura y que sea con el primer edificio plurifamiliar de obra nueva que hemos realizado.
¿Qué valores diferenciales creéis que han hecho vuestro proyecto merecedor del Premio FAD de Arquitectura?
Jordi Ayala: A pesar de ser un edificio muy pequeño, está en una esquina bastante visible, en la entrada del Poblenou y ejerce una función como de hito de entrada, da acceso al barrio, y está en un entorno entre la zona industrial y la zona residencial. Es un entorno bastante deteriorado y el edificio cose la zona y la establece, y define los límites de estos barrios y lo hace de una manera muy integrada con el entorno y teniendo muy en cuenta la ciudad.
Jonathan Arnabat: El premio FAD premia edificios por la buena arquitectura, pero el proyecto ganador no solo tiene que ser buena arquitectura, sino que tiene que transmitir un mensaje a escala social.
Tenéis proyectos en Barcelona, pero también en otros países de Europa e incluso de fuera de Europa. ¿Cómo habéis conseguido esta proyección internacional?
Jordi Ayala: Siempre hemos tenido interés por la escena internacional y hemos hecho viajes para nutrirnos de la arquitectura internacional. Ahora mismo nuestros principales clientes son proyectos en el extranjero, incluso fuera de Europa. Hemos hecho proyectos en Japón, los Estados Unidos, Portugal, Francia y en Suecia. En UIC Barcelona nos han acercado a diferentes profesores que venían de fuera. De hecho, la misma universidad se llama “Internacional”. Recuerdo que dábamos clase de inglés especializado en el sector de la arquitectura y construcción, y recibíamos visitantes y conferenciantes internacionales.
¿Qué otros aspectos de Barcelona UIC School of Architecture valoráis positivamente?
Jonathan Arnabat: Valoro especialmente el trato personalizado, ya que desde el primer año conocía muy bien a los profesores. Hicimos amistad con muchos profesores, y los profesores, más allá de la asignatura que hacían, nos invitaban a presentarnos a concursos. Una figura importante para nosotros ha sido Vicenç Sarrablo, que desde el primer día nos acogió a los cuatro muy bien y nos fue proponiendo que nos presentásemos a concursos de estudiantes. Nos ofreció muchas oportunidades y nos abrió muchas puertas. De alguna manera, a nosotros nos dio una inyección de energía adicional que seguramente no puedes encontrar en otra escuela. Te hace creer que puedes llegar hasta donde quieras y te ayuda a ser un emprendedor y a aumentar la confianza para lograr retos.
Vosotros también ejercisteis como profesores. ¿Cómo fue la experiencia de impartir docencia en la misma universidad donde habíais estudiado?
Jordi Ayala: Fue muy importante esta etapa de docencia. Se tiende a dar un paso de la universidad al mundo profesional, pero olvidando seguir estudiando y la docencia obliga a tener este estudio continuo y de autoaprendizaje. Entender la profesión como un proceso de formación continua es una cosa que creo que no se tiene que perder nunca.
Jonathan Arnabat: Creo que estaba muy bien nuestro papel porque era una figura intermedia entre un profesor más experimentado y el alumno. Conocíamos muy bien la escuela y hacíamos un poco la función de hermano mayor. Ya teníamos un pie en el mundo profesional y nuestra función no era tanto de sentar cátedra, sino de dar consejos y acompañar al alumno y enseñarle estrategias o herramientas que habíamos usado nosotros durante la carrera.
¿Qué es lo más gratificante de dedicaros al mundo de la arquitectura?
Jonathan Arnabat: Para mí la arquitectura fue una cosa muy vocacional, desde pequeño tenía ganas de hacer edificios y ahora de una manera natural estamos aquí y es muy satisfactorio levantarte por la mañana e ir a hacer aquello que siempre has querido hacer y, además, hacerlo rodeado de amigos.
Jordi Ayala: Es muy gratificante en un mismo trabajo conseguir tener una vocación de servicio social o de servicio a la ciudadanía, y a la vez la satisfacción de ver un proyecto propio acabado. La arquitectura tiene la parte artística de producir una pieza que una vez finalizada es duradera y permanente. Con nuestro granito de arena hacemos que la sociedad funcione mejor.
¿Cómo conseguís aportar este granito de arena para mejorar la sociedad desde la arquitectura?
Jordi Ayala: En arquitectura se trabaja en muchas esferas, y tenemos una responsabilidad importante. Va desde el ámbito urbanístico y el entorno público, donde el edificio proyecta una idea de cómo se integra en la ciudad, y también pasando por los temas de eficiencia energética, de reducción del CO₂ y otras cuestiones ambientales o incluso cuestiones más domésticas y funcionales, como, por ejemplo, si un buen diseño estético encaja con cierta filosofía del usuario.
¿Qué es lo más importante para ser emprendedor?
Jordi Ayala: En la arquitectura hay que ser persistente, es lo más importante. Después hace falta capacidad de trabajo en equipo. Tendemos a estar preparados para algunos aspectos muy concretos y si hablas de emprendimiento tienes que ser más polifacético e intentar tener unos conocimientos mínimos de otras muchas áreas para poder funcionar.
Jonathan Arnabat: Hace falta insistencia, muchas ganas y luchar contra todo. Aquí se hace muy difícil ser emprendedor. En el mundo de la arquitectura, hay muchísima burocracia en el ámbito de la administración y esto hace que se dilaten muchísimo los tiempos. Tienes que ser muy persistente, tener mucha paciencia y capacidad de adaptarte. El camino más fácil es ir a trabajar para otro o para la Administración, pero seguramente la recompensa al final del camino es mayor si eres emprendedor.
¿Qué recomendarías a los estudiantes que ahora están estudiando Arquitectura o que se acaban de graduar?
Jordi Ayala: Al ser profesor durante unos cuántos años te das cuenta de que el principal problema de los alumnos es que no se ven a ellos mismos como un arquitecto que lidere un despacho y creo que lo primero que recomendaría es creérselo. Considero que a lo largo de los años la gente joven ve menos oportunidades, pero las oportunidades las tienes que buscar. Querría animar a creer, a proyectarse y a buscar oportunidades porque realmente hay un lugar para cualquier persona si lo lucha.