El huerto escolar no es más que trasladar un huerto convencional a los centros educativos para trabajarlo in situ con los alumnos. Pau Borrell y Marta Miguel, de segundo de Educación Primaria, han escrito una memoria sobre la experiencia. “Es una actividad que se puede realizar con niños de cualquier edad y a través de la cual se pueden adquirir una gran variedad de aprendizajes de todas las áreas”, manifiestan.

También hacen especial hincapié en que “trabajar la tierra, las plantas y su crecimiento ayuda a los alumnos a conocer el medio en el que viven y su relación con este. Les proporciona conocimientos sobre cómo es la realidad que les rodea y qué deben hacer para respetarla y cuidarla”.

De forma más transversal, con esta actividad los niños trabajan valores de gran importancia que van desde la constancia, la observación, la reflexión y la predicción, hasta la paciencia, el compañerismo, la amistad y el respeto al medio ambiente. Además, es una manera de llevar a cabo el trabajo cooperativo, ya que los alumnos aprenden a distribuirse tareas en busca de un objetivo común.