Oriol Casals, profesor de Música y máster en Musicoterapia, cuenta con una amplia experiencia como terapeuta en demencia senil, discapacidad intelectual y exclusión social. En su conferencia habló de los efectos terapéuticos de la musicoterapia, “una ciencia que en Estados Unidos está incorporada en la enseñanza reglada en las escuelas, con resultados sorprendentes en la conducta de las personas”.

Así, empezando por un taller práctico de movimiento, música y ritmo con los asistentes, Casals habló de la importancia que puede llegar a tener la música en la educación de la persona y, sobre todo, cuando persigue curar: “En mi trabajo –dijo– he comprobado la eficacia de la música con fines terapéuticos en personas mayores con demencia moderada y grave, y también en quienes se están recuperando de un ictus”.

Según fue explicando el ponente, la musicoterapia ha curado algunos trastornos como los producidos por accidentes vasculares cerebrales, situaciones de duelo, el Parkinson, la educación especial, el autismo, los trastornos de aprendizaje y de comportamiento, etc. “Algunos expertos –afirmó– han logrado buenos resultados en otros campos como las toxicomanías o trastornos alimentarios”.

El final fue una sesión dialogada con los asistentes, que tuvieron la oportunidad de poner en común sus experiencias. De un modo generalizado, se acordó la importancia de incorporar vías alternativas a la excesiva medicalización de diferentes enfermedades. En este sentido, Casals afirmó que “la música activa el cerebro globalmente y llega, de manera rápida y precisa, a las áreas que se encargan del lenguaje, la atención y la memoria”. En los últimos años, gracias al avance de las neurociencias y al desarrollo de las técnicas de neuroimagen, sabemos que la música llega de manera rápida y precisa a las áreas que se encargan del lenguaje, el sistema motor, las funciones ejecutivas, la atención y la memoria.

Este es el tercer encuentro que organiza Alumni en la Facultad de Educación. Estos encuentros buscan mantener el contacto con todos los antiguos alumnos y mantener, en palabras de Mariana Zanuy, directora de Alumni UIC, “el sello tan propio de nuestra universidad: pasión por aprender y renovarse. Gracias a vosotros, los antiguos alumnos –afirmó Zanuy–, hacemos de la UIC una universidad cada vez más grande”.