29/01/2025

Un estudio de la profesora Lara Martín Vicario señala que las apps de pérdida de peso perpetúan estereotipos relacionados con el cuerpo

Un artículo académico de la profesora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de UIC Barcelona Lara Martín Vicario ha constatado que las aplicaciones móviles destinadas a la pérdida de peso contribuyen a la estigmatización de las personas con exceso de peso, en tanto que su lenguaje asocia la delgadez con la buena salud y el exceso de peso con malos hábitos

El estudio titulado “Verse bien y sentirse mejor. El discurso de salud en aplicaciones de pérdida de peso” ha analizado 95 aplicaciones móviles de pérdida de peso que registran la actividad física, la dieta o incluyen, por ejemplo, un contador de calorías. “Entendiendo que la gente da el paso de querer perder peso para sentirse mejor, las apps, a través de su discurso, están reforzando unas ideas que pueden hacer sentir al usuario peor consigo mismo”, explica la investigadora.

El análisis se basa en las páginas de presentación de las apps, tanto en el texto —descriptor— como en el contenido audiovisual, es decir, el primer impacto que recibe el usuario antes de la descarga de la aplicación.  La primera conclusión del estudio es que el Índice de Masa Corporal (IMC) sigue siendo el instrumento estrella como indicador de salud. “¿Soy obeso? La obesidad ocurre cuando el índice de masa corporal de una persona es 30 o más. El exceso de grasa corporal aumenta el riesgo de problemas de salud graves”, señala una de las apps

El IMC, que divide el peso por la altura, es un indicador que ha recibido numerosas críticas, según cita el estudio, al ser poco profundo y el estándar por el que se miden y definen la obesidad y el peso saludable. “No es un indicador fiable, ya que no tiene en cuenta el peso proveniente de la masa muscular y de la masa grasa, así como tampoco diferencia el tipo de grasa ni su localización; además, no tiene en cuenta la edad ni el sexo de la persona”, explica la doctora en Nutrición y profesora del departamento de Ciencias Biomédicas de UIC Barcelona, Sara Hurtado.

“No todos los obesos son metabólicamente enfermos, aunque un porcentaje de grasa elevado (especialmente grasa visceral) se relaciona con un aumento del riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes o enfermedades cardiovasculares”, puntualiza Sara Hurtado. El IMC, según la experta, podría usarse en estudios epidemiológicos como un criterio cuantitativo para poder tener estimaciones orientativas de la incidencia de obesidad, junto con otros valores, pero en ningún caso es un indicador de obesidad.

A pesar de la investigación científica reciente, el IMC sigue replicándose en las apps más populares. Según el estudio de Lara Martín Vicario, en algunas de las aplicaciones se usa el icono del semáforo: a mayor IMC, el semáforo es rojo, y a menor, se torna verde. “Se magnifica la peligrosidad de un IMC alto y no uno excesivamente bajo, que también conllevaría riesgos de salud al estar considerado como infrapeso”, apunta la investigadora.

El estudio sigue analizando el léxico y las imágenes usadas en estas aplicaciones para determinar que estas perpetúan el prejuicio de que las personas con exceso de peso tienen malos hábitos de vida. “Coge las riendas de tu salud”; “Diseñada para personas que se preocupan por su salud”; “Sé más fuerte, más delgado, más saludable”. Son algunas de las afirmaciones de las apps, que establecen una relación causal entre pérdida de peso y mejora de la salud sin explicar el motivo de la relación.

“Frases como esta, aunque aparentemente motivadoras, pueden ejercer una presión psicológica significativa. Refuerzan la idea de que no estar delgado implica una falta de control o negligencia hacia la propia salud. Esta narrativa puede generar culpa y vergüenza en los usuarios que sienten que no están haciendo lo suficiente”, añade la psicóloga y profesora del departamento de Psicología de UIC Barcelona Marina Santamaría. “En personas con sobrepeso, esta estigmatización puede llevar a problemas de autoestima, ansiedad e incluso trastornos de la conducta alimentaria (TCA)”, indica la psicóloga sanitaria.

Algunas aplicaciones van más allá, según recoge el estudio, ya que asocian estar delgado con estar sano y, por lo tanto, ser más feliz. Esta relación se plasma también en el uso de imágenes testimoniales, donde las fotos del “antes” muestran una expresión triste o neutra. “100M+ de usuarios felices”, indica una de las apps analizadas. “Hay un mensaje implícito que las personas que no lo han logrado, no lo son”, indica la autora. Según la psicóloga Marina Santamaría, esta mirada es “reduccionista” y “desatiende aspectos esenciales como el amor propio, la gestión emocional o la aceptación corporal”.

En relación con la moderación del contenido, la autora del artículo es contundente: “Los desarrolladores de las aplicaciones tienen manga ancha para incluir estos tipos de mensajes sin ser penalizados”, explica Lara Martín Vicario. “Pueden encontrar barreras si se promueve el discurso del odio o el lenguaje vejatorio”, añade. Además, la autora del artículo señala que el afán de los creadores es puramente comercial, y que no hay ninguna entidad pública o supranacional relacionada con la salud detrás de las aplicaciones más populares.

Para remediar la situación, la investigadora apunta a dos caminos: el primero, una mayor moderación de contenidos para evitar que los mensajes mencionados no proliferen entre las principales aplicaciones. El segundo, y a más largo plazo, consistiría en educar a la población e incentivar su pensamiento crítico para que entienda que el afán de las apps es económico, y utilizan este lenguaje como gancho para captar a más usuarios, usando palabras clave atractivas y sin profundizar en los efectos de su mensaje.