16/12/2021

“Viajando me di cuenta de que se puede hacer mejor arquitectura de la que se está haciendo ahora”

Tres días a la semana, Anna Perramon Domínguez se levanta temprano para entrenar, practicar yoga o hacer surf un poco antes de entrar a su trabajo en el despacho de arquitectura Zaher Architects. Los otros cuatro días que quedan los dedica íntegramente a surfear y a desarrollar sus propis proyectos. “En la cultura australiana se prioriza el disfrutar de la naturaleza, el tiempo libre y la familia antes que el trabajo”, explica.

Desde hace dos años, la alumni de UIC Barcelona School of Architecture reside en Byron Bay, un pequeño pueblo costero situado en Nueva Gales del Sur (Australia) donde llegó después de cuatro años encadenando trabajos precarios en Barcelona. Apasionada, desde siempre, por el ámbito de la arquitectura sostenible, critica la moda del greenwashing que impera en la profesión y reivindica un modelo comprometido de verdad con la eficiencia energética, los materiales sostenibles y el respeto por el entorno.

1.    El despacho en el cual trabajas tiene por lema “Luxury that doesn’t cost the Earth”. ¿La sostenibilidad es compatible con el lujo en el ámbito de la arquitectura?
Es compatible siempre y cuando el cliente y el arquitecto sean conscientes de qué significa realmente la sostenibilidad. Lamentablemente, te encuentras con muchos proyectos donde la escala y el tamaño que te piden son desproporcionados. Hay mucha gente con mucho dinero y poco sentido común. Por poner un ejemplo, estamos diseñando una casa de 1.600 m2 para solo dos personas.

Pero, por otro lado, cada vez hay más gente que busca el modelo de lujo en el cual nosotros creemos: el de construir una casa autosuficiente e independiente de las redes de electricidad y de agua y en el cual los sistemas constructivos son más sostenibles y tienen una huella ecológica menor. Invertir en nuevos materiales más saludables y naturales puede ser más costoso, pero la mejora que se consigue en confort climático y para tu propia salud en un futuro no tiene precio.

Team

2.    ¿Qué tipo de encargos recibís en el despacho y cuál es el flujo de trabajo para cada proyecto?
Recibimos muchos proyectos de clientes que tienen un buen margen de presupuesto para poder innovar con nuevos sistemas constructivos para sus viviendas y la mayoría ya viene con la idea de que se los diseñemos lo más sostenible y ecológico posible. Esto nos da la oportunidad de poder innovar sin muchas limitaciones. Por ejemplo, justo ahora hemos acabado un proyecto donde algunos de los muros han sido construidos mezclando mitad hormigón y mitad tierra compactada, consiguiendo así que al menos la mitad del material provenga de recursos 100 % naturales. El flujo de trabajo que tenemos por cada proyecto es de unos 3-6 meses de diseño y unos 12-18 meses de proceso constructivo.

3.    Según tu experiencia, ¿hay diferencias en los procesos a la hora de diseñar y de desarrollar proyectos de arquitectura entre Australia y España? ¿Qué diferencias has percibido en este tiempo?
Sí que hay diferencias entre Australia y España, sí. La que me impacta más es el rol que tiene el arquitecto: aquí puedes diseñar una casa sin dibujar ni un detalle constructivo, con cuatro planos de la casa y un documento Word explicando dónde está situada y qué normativa le afecta. Y, con eso, el ayuntamiento te puede aprobar el inicio de obra. Los clientes escogen el ingeniero, el topógrafo y el constructor y, en este sentido, si pasara algo, la responsabilidad recaería en cada uno de ellos. Básicamente, el arquitecto será responsable hasta donde quiera dibujar, aunque cuanta más experiencia y mejor eres, el cliente te encarga hasta el último detalle constructivo y, por lo tanto, te responsabilizas hasta del proceso de obra, como pasa en nuestro despacho.

La otra gran diferencia es el bajo estándar técnico —tanto constructivo como en el área de sostenibilidad— que hay por parte del Gobierno australiano. El sistema de cálculos energéticos para cada sistema constructivo que usan es muy básico y también es muy bajo el mínimo que tienes que conseguir. Esto provoca que las casas tengan poco aislamiento y, por lo tanto, una pérdida energética muy alta. Por el contrario, la baja exigencia técnica tiene una gran ventaja y es que podemos innovar con muchos materiales, algo que en España sería imposible. Por ejemplo, si quisieras construir con bambú en España no tendrías la flexibilidad para testar este material. Primero se tiene que aprobar y acreditar oficialmente que funciona estructuralmente, térmicamente, etc. En España, estos procesos burocráticos tardan muchísimo y eso hace que nos quedemos atrás a la hora de construir con materiales más sostenibles. 

4.    Siempre te ha interesado el ámbito de la arquitectura sostenible. ¿Cuánto hay de greenwashing actualmente en el mundo de la arquitectura y qué aspectos diferencian un diseño comprometido de otro más marcado por la apariencia y la oportunidad? 
Como en todas las industrias, hay mucho de greenwashing en el mundo de la arquitectura. Para mí, la arquitectura realmente comprometida es la que diseña proyectos en base a la demanda energética más baja, tanto a la hora de producir los materiales de construcción como en lo relativo a la demanda energética propia de la casa. Un diseño comprometido es un diseño autosuficiente que, gracias a que incorpora estrategias pasivas basadas en el estudio solar, la inercia térmica de los materiales, la ventilación cruzada y la propia naturaleza proporciona el confort térmico ideal tanto en verano como en invierno sin necesidad de energía externa. Y que la poca energía que se necesite sea de origen renovable. 

House

5.    ¿En qué país crees que hay más conciencia en materia de arquitectura sostenible, en Australia o en España?
La verdad es que vine a Australia con la idea de que estarían muy avanzados en el tema de la sostenibilidad y me he encontrado con que no tienen tanta idea como pensaba. En Europa estamos mucho más avanzados a nivel técnico, aunque, por otro lado, el Gobierno en España, por ejemplo, lo ponga mucho más difícil a la hora de impulsar las energías renovables. Aquí pagan a la gente para que se instale en casa placas fotovoltaicas y fomentan mucho el autoconsumo. En España sabemos que estamos a años luz de esta realidad.

6.    Estudiaste Arquitectura en nuestra escuela y saliste al mercado de trabajo en un momento de fuerte crisis del sector. ¿Cómo fueron tus inicios en la profesión?
Bastante duros. No había trabajo en ninguna parte, no te daban ni prácticas porque ni los propios arquitectos tenían. Al acabar la carrera, en medio de una crisis existencial, empecé a trabajar de aprendiz en Tallfusta. Me interesaba mucho el mundo de la madera y la prefabricación y ya los conocía puesto que me habían ayudado con mi trabajo final de grado.

7.    Después pasaste por los estudios Pich-Architects y Noem. ¿Cómo fueron estas experiencias y qué aprendizaje sacaste?
En Pich-Architects aprendí de uno de los estudios más avanzados en tema de prefabricación a gran escala, un referente en el ámbito de la sostenibilidad y la innovación de sistemas constructivos. Allá tuve la oportunidad de ver cómo funciona un gran despacho con proyectos urbanísticos y de investigación muy importantes.

Poco después, dando una conferencia sobre la construcción prefabricada con madera en UIC Barcelona, me comentaron que hay una empresa joven en Sant Cugat, Noem, que se dedica a construir casas prefabricadas en madera. La idea de aprender más sobre la prefabricación con madera y mi obsesión por la sostenibilidad me llevaron a ponerme en contacto con ellos. Me contrataron y me pasé tres años diseñando proyectos junto con otros diez jóvenes arquitectos, con los cuales aprendí mucho y crecimos como equipo. Un equipo muy apasionado por los materiales naturales, la eficiencia energética, la baja huella ecológica y la optimización en el proceso constructivo. Tan solo tardábamos dos semanas en levantar la estructura entera de una casa de dos plantas consiguiendo, así, una minimización de costes, de errores en la construcción y, lo más importante, de residuos y contaminación. Todas las estructuras eran de madera mecanizada cortada al milímetro con máquinas CNC de paneles de entramado montados in situ.

8.    ¿Por qué motivo decidiste ir a vivir en Australia y con qué dificultades te encontraste a tu llegada en el país? 
Creía que en Australia eran más conscientes que en España en materia medioambiental y de arquitectura, y su estilo de vida de surf y naturaleza me llamaba la atención. Así que decidí darme un año sabático y volar hacia allá. Al llegar a Australia, tuve todo tipo de trabajos: desde asistente de cocina o limpiadora de casas increíbles Airbnb, hasta recolectora de macadamias en una granja. La llegada no fue fácil, siendo de fuera y encima con la pandemia de la COVID-19, lo cual hace que tengas que trabajar de lo que sea necesario.

Recomendaría a todo el mundo que en algún momento de su vida tuviera la experiencia de buscarse la vida en otra cultura por un tiempo. La supervivencia me ha hecho crecer mucho como persona y me ha enseñado a valorar lo que realmente es importante.
Después de un año intenso, me di cuenta de que echaba de menos la arquitectura y me decidí a enviar currículums a los estudios más importantes de Byron, y me contrataron en Oceanarc Architects Byron Bay. Al principio, no cobraba mucho y tuve que compaginarlo con un segundo trabajo como bartender en el bar de un hotel. Mientras tanto, iba absorbiendo cómo funcionaba todo aquí en Australia: qué sistemas constructivos utilizaban, cómo funcionaba el sistema legislativo y administrativo y, sobre todo, toda la terminología técnica en inglés dentro del mundo de la arquitectura.

9.    ¿Y cómo llegaste a Zaher Architects?
A finales de 2020 decidí montar mi propia empresa de arquitectura, Arch Natur, en la cual desarrollé proyectos junto con un antiguo compañero de trabajo. En mayo de ese año me contataron de Zaher Architects, uno de los estudios a los cuales había enviado el currículum, y así fue como empecé a trabajar para ellos. Actualmente, trabajo junto con dos chicas más (una australiana y una residente inglesa) y con Sam, el arquitecto principal, originario del Líbano, granjero y gran persona. Diseñamos casas de dos a cuatro millones de dólares en las que intentamos innovar con sistemas constructivos alternativos: muros de Hempcrete, muros de mitad hormigón y mitad tierra compactada, entramados de madera con aislamiento de fibras de madera, etc.

10.    ¿Cómo es un día normal tuyo y qué aficiones tienes al margen del trabajo?
Cada día me levanto, normalmente, temprano y voy a entrenar F45, hago yoga o surfeo un poco y después voy a trabajar en el estudio unas seis o siete horas. Solo trabajo tres días a la semana y esto es suficiente para vivir y ahorrar. Así que el resto de días trabajo en proyectos propios y practico surf. 
El despacho está en medio del bosque y tenemos diez alpacas alrededor de la propiedad, además de huertos vegetales, una colmena y varios perros. El hecho de estar rodeados de naturaleza y trabajar seis o siete horas al día nos hace ser mucho más productivos. En la cultura australiana se prioriza el disfrutar de la naturaleza, el tiempo libre y la familia antes que el trabajo.

Surf

11.    ¿Cómo recuerdas tus años de estudio en nuestra escuela y qué herramientas o aprendizajes te ayudaron en tu desarrollo profesional?
Tengo muchos buenos recuerdos, al margen de lo dura y larga que se hace la carrera de Arquitectura. Recuerdo el Taller Vertical como una gran oportunidad para poner en práctica el trabajo en equipo en diferentes situaciones. Proyectos y Urbanismo las recuerdo como las asignaturas que te enseñan exactamente lo que te encontrarás en tu día a día profesional. Personalmente, la carrera me ha ayudado a entender la importancia de saber venderte artísticamente y transmitir tu idea a los otros. Me llevo buenos recuerdos de profesores que me han enseñado mucho a nivel personal y de noches intensas sin dormir con grandes personas. Solo los que lo hemos vivido, sabemos lo intensa y vocacional que es esta carrera y, también, lo gratificante que puede llegar a ser. 

12.    ¿Qué consejos trasladarías a cualquier persona que, hoy en día, está estudiando Arquitectura y que se quiere dedicar a esta profesión? 
Antes que nada, les diría que no utilicen más Autocad 2D. Estudié toda la carrera trabajando en Autocad y no lo he vuelto a utilizar. Ahora se usa, sobre todo, la tecnología BIM, que permite optimizar mucho más el tiempo. ¡Cuántas noches sin dormir me hubiera ahorrado! (ríe).

 En segundo lugar, les recomendaría que no se desmotiven si algún año no lo acaban de ver claro. Personalmente, tuve varias crisis en las que dudé de si realmente quería dedicarme a la arquitectura: una en mitad de la carrera, la siguiente al acabar la carrera y la última al marcharme de Barcelona para venir a Australia. En todas ellas, viajando me di cuenta de que se puede hacer mejor arquitectura de la que se está haciendo hasta ahora gracias a los ejemplos que he podido ver en otros países como Tailandia, Indonesia y, ahora, aquí. Sé que parece irónico que me dedique a construir si no estoy a favor de destruir el planeta, pero me gusta la frase que dice: “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Y esto es lo que me motiva a seguir.

Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)