Solemne acto académico de graduación

Grado en Humanidades y Estudios Culturales

Máster Universitario en Gestión Cultural

Master’s degree in Arts & Cultural Management

Orden del acto

  1. Apertura del acto a cargo de la Dra. Marta Crispí, directora del Máster Universitario en Gestión Cultural
  2. Lección magistral a cargo de la Sra. Vinyet Panyella i Balcells, directora del Consell Nacional de la Cultura i de les Arts (CONCA)
  3. Entrega de diplomas de graduación
  4. Discurso de los delegados de la promoción
  5. Clausura del acto a cargo de la Dra. Judith Urbano, decana de la Facultad
  6. Canto de l’himno universitario: Gaudeamus Igitur

Palabras de la Dra. Marta Crispí, directora del Máster Universitario en Gestión Cultural

Acabamos, con este solemne acto de graduación, el curso académico 2020-2021 del Máster Universitario en Gestión Cultural y el Grado en Humanidades. Todos, profesores, alumnos, personal administrativo de la Universidad, coincidiremos en que ha sido un año que ha marcado nuestras vidas por la complejidad de la gestión de la COVID-19. Una pandemia que ha alterado los parámetros habituales de funcionamiento, tanto en el mundo de la enseñanza superior como también en la globalidad del sector cultural. 

Y querría empezar, precisamente, con una referencia al sector cultural. Profesores presentes en el Aula Magna, alumnos del Grado y el Máster, habéis realizado una apuesta personal y profesional por el sector de la cultura y por las humanidades en general. Lo habéis hecho desde el profundo convencimiento de que la cultura y el conocimiento humanístico tienen un valor per se. Un valor que distingue a la cultura de otros ámbitos de conocimiento y, también, de otros sectores profesionales aparentemente más “productivos” en lo que se refiere a su aportación económica a la sociedad. Efectivamente, en estos meses de confinamiento y restricciones, la cultura ha sido uno de los bastiones y puntos de anclaje de la sociedad. La cultura, con su capacidad por construir y aportar conocimiento y, no menos importante, por generar deleite intelectual nos ha enriquecido como personas, como comunidad y como sociedad.

Pero la realidad es paradójica, y junto a esta experiencia incuestionable, el ecosistema cultural se construye sobre una serie de “productos o servicios” que se basan, en buena medida, en lo que llamamos formatos presenciales —música en vivo, patrimonio y museos, audiovisual, cultura popular, etc. — que, como consecuencia de la anulación o restricciones de aforo, ha experimentado una caída importante del público, con todas las consecuencias presupuestarias que implica la pérdida de las audiencias en el modelo vigente de gestión de las instituciones y empresas culturales. 

Los datos son ilustrativos: el Observatorio de Museos de España estima una caída de las visitas del 81 % entre marzo y noviembre de 2020 y una reducción del 75 % de la actividad presencial de los museos. El CONCA (Consell de les Arts i de la Cultura) en su Informe sobre el impacto económico de la COVID-19 en el sector cultural catalán apunta una caída generalizada del 24 % de ingresos, que alcanza una cota del 72 % en las artes escénicas, mientras que en el patrimonio y museos es del 35 % y de un 15 % en el sector audiovisual.

Las preguntas que nos formulamos son: ¿Cuál es el futuro del sector cultural? ¿Sobrevivirá el sector a esta debacle? ¿Qué tendencias van a emerger? En una mesa redonda celebrada en este mismo escenario hace unas semanas dos profesionales, con una dilatada trayectoria en el sector cultural, uno público y otro privado, coincidían en describir, por una parte, el impacto negativo de la COVID-19, pero, junto a ello, calificaban este momento como “oportunidad”. Apuntaban que estamos en un momento de inflexión que se convertirá en un momento de transformación del sector.

Glosaré, muy brevemente, algunas de las ideas apuntadas con el fin de que contribuyan a iluminar la trayectoria de los nuevos gestores culturales y de los graduados en Humanidades:

Para ambos directivos, la oportunidad en el sector pivotará en la transformación digital de las instituciones y empresas culturales, transformación que implicará el equilibrio entre los formatos presenciales y digitales. Estaremos ante una realidad híbrida que va a convivir. Lo presencial aporta una experiencia a la que no podemos ni debemos renunciar, pero, junto a ella, se producirá una emergencia de los formatos digitales en todos los subsectores. La transformación implicará la “reinvención” del sector y la creación de productos/servicios que generen contenidos y experiencias distintos, más adaptados a las necesidades y gustos del público. El reto que las instituciones/empresas culturales afrontan ahora radica en la creación de productos de calidad, en buena medida disruptivos, que generen y difundan contenidos y experiencias que enriquezcan y transformen a la sociedad. Lógicamente esta transformación implica cambios relevantes en el modo de trabajar y en la composición de los equipos en los que la transversalidad y la interdisciplinariedad van a ser una característica básica. Las competencias digitales van a ser cruciales en este cambio de paradigma.

En segundo lugar, el sector cultural debe asumir el reto de la creación de nuevas formas de gestión sostenibles a medio y largo plazo. Se deben hallar fórmulas, más creativas, más flexibles, más colaborativas, con una relación público-privada que permita garantizar la supervivencia de instituciones culturales clave para la sociedad, pero al mismo tiempo, se debe dar un paso adelante en la creación de instituciones más autosostenibles y esto implicará, forzosamente, el estudio de la monetización de los formatos digitales. 

Hoy, y especialmente en este curso académico, es también un momento para dar las gracias. 

En primer lugar, quiero agradecer vivamente al claustro de los profesores del Máster su generoso esfuerzo por introducirse en el uso de las plataformas de docencia digital, por utilizar nuevas metodologías docentes que se adaptaran a estos formatos, y por su capacidad por adaptar y reorganizar los contenidos e introducir nuevos temas que respondieran al cambio de escenario y paradigma que está experimentando el sector cultural. Deseo subrayar su flexibilidad por asumir los cambios de formatos se han ido sugiriendo. Podría dar muchos nombres y ejemplos, pero lo haré recordando un caso muy reciente, cuando la profesora de Gestión de las Artes Visuales, Ainhoa González, preparó, con mucho esfuerzo, una visita al MACBA y negoció y renegoció la fecha con el museo, visita que, al final, se tuvo que cancelar por un caso de COVID. Sois muchos los profesores que habéis tenido que programar y reprogramar visitas o invitados con el esfuerzo adicional que esto ha comportado. Os doy las gracias de parte de la Universidad.

Un agradecimiento muy especial al equipo de coordinación del Máster. Especialmente a Naghieli y Patrícia. A Patrícia, entre otras muchas cosas, por su paciencia infinita en la programación y reprogramación de clases en el Google Calendar siempre con una sonrisa en la boca. A Naghieli, por su incondicional apoyo en la coordinación del Máster, por el tesón y la creatividad, muchas veces out of the box, con las que ha abordado las tareas que le han sido encomendadas durante estos años. ¡Te vamos a echar de menos!

Unas palabras de agradecimiento también a la Junta de Centro de la Facultad de Humanidades, a la decana, por confiar en el Máster y a Íngrid, gestora de la Facultad, por su capacidad de resolver con eficacia la multitud de casuísticas que tiene un curso académico como el presente.  

Y, en último lugar, mi profundo agradecimiento a los alumnos del Máster y, también, a sus padres por confiar en UIC Barcelona y en la decisión de sus hijos. Tampoco para vosotros ha resultado un año fácil. 

Los locales habéis tenido que simultanear trabajo y estudios en condiciones no demasiado óptimas, las personas que habéis viajado desde otros puntos del Estado o bien del extranjero, en ocasiones cruzando el océano, os habéis encontrado una ciudad distinta a la que esperabais y con una vida cultural que, aunque con una programación más elevada que otras ciudades europeas, no alcanzaba el nivel habitual de actividad. Por lo que respecta al Máster, no se ha perdido ninguna clase, pero hemos estado al 50 % de presencialidad durante la mayor parte del curso académico. A pesar de todo ello, estoy convencida de que vuestra decisión de cursar el Máster ha sido la correcta. Ahora, con las herramientas que os han proporcionado las clases y las prácticas, con el conocimiento más profundo del sector cultural actual, con las tendencias que han apuntado los profesores estáis mejor preparados para afrontar el nuevo reto que es la inserción laboral. Finalmente, quiero, también, pediros explícitamente perdón por los errores, que han existido, por los cambios de planes que hemos tenido que adoptar y los asuntos a los que no hemos llegado. 

Y termino. Creed siempre en la cultura, en su valor intrínseco, en su capacidad por transformar y enriquecer a las personas. En UIC Barcelona tendréis siempre vuestra casa y contaréis con el apoyo de todos nosotros. 

Lección magistral a cargo de la Sra. Vinyet Panyella i Balcells, directora del Consell Nacional de la Cultura i de les Arts (CONCA)

Notas para un manual de ir por el mundo de la cultura

Apreciados graduados, apreciadas graduadas:

Agradezco a UIC Barcelona y a sus autoridades académicas su cordial invitación para dirigiros la palabra desde la doble oportunidad de celebrar vuestra graduación. En primer lugar, porque celebrar la graduación es un hecho importante para todos vosotros, y más allá de las circunstancias que nos han condicionado la vida en estos últimos dos años, sometidos como hemos estado a unas circunstancias, transformaciones y esfuerzos como nunca antes habíamos conocido. En segundo lugar, para daros la bienvenida a la vida profesional que, por bien que algunos de vosotros conocéis, con el bagaje que habéis adquirido por medio de vuestros estudios en humanidades y de gestión cultural ahora disponéis de más conocimientos y más herramientas que os han enriquecido intelectualmente, os han preparado para hacer frente a vuestro desarrollo profesional,  y, a la vez, para introduciros o consolidaros en el ámbito profesional, en el mercado de trabajo que os espera y que esperáis para aportar ciencia, conocimientos, habilidades, convicción y el entusiasmo que es propio de la intensidad vocacional que cataliza un momento como este. Tenéis ante vosotros un mundo de oportunidades que debéis saber descubrir, hacer vuestras y afrontar en una época que es tiempo de incertidumbres y de retos. La actualidad se caracteriza por los cambios, inestabilidades y, a menudo, por la falta de un horizonte claro y un paisaje seguro y apacible. Pero no pasa nada. El mundo de la cultura es un mundo que renace después de las crisis, es una confluencia de incertidumbres, entusiasmos y pasiones. Las posibilidades conviven con las dificultades que deben ser superadas y el éxito, o la plenitud, a menudo dependen del propio posicionamiento, de nuestro comportamiento y de las convicciones que nos empujan hacia las posibilidades de avance y de mejora. En definitiva, lo que quiero decir es que nuestro posicionamiento y nuestra disposición, que no hay que confundir con disponibilidad, son fundamentales a la hora de trazar los pasos de nuestro transcurso profesional. 

Cuando la decana de esta Facultad de Humanidades me propuso hacer el discurso para celebrar vuestra graduación, me lo pensé mucho. No tengo una larga experiencia docente, pensé, y por este motivo podría ser que las palabras que os dirigiese no se correspondieran con el colofón académico que culmina vuestra trayectoria universitaria. Pero lo que me decidió fue la posibilidad de hablaros desde una perspectiva que sí conozco bien. Es la de la experiencia profesional de cuatro décadas ya cumplidas, vividas y ejercidas desde las responsabilidades directivas y de gestión en el sector de la documentación y del patrimonio cultural, en el medio de la investigación y la creación de conocimiento, y desde el análisis, evaluación y prescripción de las políticas culturales tal como es desde hace dos años mi responsabilidad en la presidencia del Consejo Nacional de la Cultura y la Artes (CoNCA).

Justo antes de la pandemia había esbozado notas de aproximación a algunas cuestiones sobre políticas culturales y su incidencia en el medio profesional, que a manera de estado de la cuestión me ayudaban a ordenar las ideas y esbozar algún proyecto de ensayo. Las anotaciones se fundamentaban en la dualidad entre la experiencia y la reflexión y respondían a interrogantes, inquietudes y a algunas certezas del ecosistema de la cultura de país, tanto en lo que a los sistemas de valores se refiere, como a las prácticas profesionales. Cuando, desde hace bien poco, hemos empezado a ver la luz al final del largo túnel de la pandemia, me doy cuenta de que los estragos de la covid-19 no han hecho sino que acelerar procesos de cambio y transformación del ecosistema, mientras que al mismo tiempo el retorno a la normalidad significa también, y desgraciadamente, el retorno a los problemas endémicos que persisten y perduran: problemas de gobierno, de financiación, de creación de ocupación, de una espeluznante y discriminatoria precariedad en la mayor parte de los sectores de la cultura. El espectacular impulso digital que hemos presenciado y constatado y que hace falta saludar, asumir, integrar y propiciar por las infinitas posibilidades que genéricamente ofrece, y que a la vez plantea retos tan importantes como los derechos de propiedad intelectual, de tenencia o de remuneración, no resuelve los problemas estructurales de los sectores y de los servicios. 

Todo esto me ha decidido compartir con vosotros mis anotaciones más o menos sintetizadas, incluso en formato de titulares, a manera de motivos de reflexión y que podéis revertir y cuestionar en acuerdo con vuestras propias visiones y preferencias. Son reflexiones susceptibles de generar discursos y debates, y ojalá sea así, a la búsqueda de estrategias y soluciones, pero que formularé con voluntad de concreción y tal vez con un cierto tono de contundencia para que penséis en ellas como un complemento final a vuestra trayectoria de estudio y especialización, como si de un manual de ir por el mundo de la cultura se tratara. Si las queréis incorporar a vuestro capital de formación estará bien. Pero si de aquí a un tiempo habéis creado vuestro propio discurso será aún mejor. Hecha una síntesis de todo esto, he configurado cinco apartados relativos a las definiciones, las responsabilidades de las administraciones públicas, los sujetos, las herramientas y los ámbitos de la cultura.

1.

En el apartado de las definiciones empezaré por la hasta ahora última puesta al día de la definición de la cultura. Ha hecho falta que llegara una pandemia para que la cultura fuera declarada un bien esencial; el gobierno así lo proclamó el 22 de septiembre de 2020, con la voluntad de situar el ecosistema cultural en un posicionamiento justo y seguro frente a las medidas del Procicat, y con el propósito de que se permitiera llevar a cabo determinadas actividades culturales y servicios, ampliar aforos, abrir instalaciones como bibliotecas y museos, teatros y cines con el lema de “la cultura es segura”. Es un bien esencial, sí, y también es un bien social equiparable a la sanidad y la educación. Un bien esencial y social del que derivan derechos de acceso y de articulación que actualmente están pendientes de su formalización jurídica, como son los derechos de acceso a la cultura y los derechos culturales de la población.

Un bien esencial y un bien social en lo que a la fiscalidad se refiere exige un trato de excepcionalidad debido a su propia naturaleza. La excepción cultural se formuló en Francia y Europa hace décadas por motivos fiscales y económicos en relación a la liberalización de productos y consumos afirmando que las creaciones culturales no eran simples productos comerciales sometidos a la dinámica comercial, económica y fiscal. Con el tiempo, el concepto de excepción cultural se ha extendido conceptualmente porque es innegable que más allá de su valor económico, que tiene y hay que tratarlo en beneficio de la propia cultura y sus creadores y agentes, su valor social no siempre cuantificable en dinero también requiere un trato excepcional.

En último término, la cultura es un bien social, esencial y un ecosistema porque está configurada por sectores múltiples y plurales interrelacionados y osmóticos. Es inexacto referirnos al sector cultural en singular como si de un cuadrante homogéneo se tratara cuando el conglomerado del ecosistema es tan amplio y tan diverso. En él actúan creación, industrias, servicios y agentes en una continuada y cambiante diversificación. 

2.

Las responsabilidades de las administraciones públicas respecto a la cultura pasan por el concepto de gobernanza, legislación y financiación. Son responsabilidades que deben asumir necesaria e irrenunciablemente desde el sector público en tanto que la cultura es un bien común, social, esencial y comunitario. La legislación cultural es imprescindible y exige tantos cambios e innovaciones como las circunstancias piden. En este sentido urge poner al día la legislación cultural de Cataluña que cuenta con tres décadas de existencia y excesivas modificaciones parciales, así como emprender nuevas ordenaciones y articulaciones jurídicas de los derechos culturales de la población. Siendo como es la cultura una competencia prácticamente exclusiva del gobierno del país no debería haber excusas ni retrasos.

Una buena gobernanza, el sistema de ejercicio de responsabilidades culturales, igualmente imprescindible, se reparte en diversos ámbitos de competencia: gobierno, administraciones locales (municipios), administraciones supralocales (diputaciones y consejos comarcales) actuaciones participadas por parte del Estado. La gobernanza debe pasar por un ejercicio de corresponsabilidades institucionales por medio del establecimiento de acuerdos estratégicos que fomenten el desarrollo y la excelencia de servicios e instituciones y eviten duplicidades a menudo debidas a la simple resistencia al cambio.

La gobernanza pasa también por los organismos de toma de decisiones de las infraestructuras culturales y la formación y composición de sus órganos de gobierno, así como por los procesos de nombramiento de las responsabilidades directivas. Este es un tema de candente actualidad, teniendo en cuenta las vacantes que desde hace unos años se están produciendo al frente de algunos de los museos del país y de la arbitrariedad consumada en algunos de los procesos de selección que obvian la legislación cultural y su desarrollo. Y, desafortunadamente, la voz de las asociaciones que han de defender la profesionalidad y los profesionales de la cultura en el ejercicio de sus funciones y de sus derechos es de un silencio intrascendente por mor de la relación simbiótica de dependencia del sector público

Las responsabilidades en el financiamiento de la cultura recaen sobre el sector público y las administraciones de acuerdo con los ámbitos competenciales y las titularidades que ostentan. El gobierno de la Generalitat, por un lado, y la administración local y la supralocal dedican parte de sus presupuestos. En algunos casos, el Estado también realiza aportaciones económicas con la contrapartida de formar parte de los órganos de gobierno, como es el caso del Liceo o el MNAC. Pero endémicamente, la financiación de la cultura ha sido escasa y se ha denunciado repetidamente la insuficiencia de las dotaciones con números y estadísticas. Desde 2013, el CoNCA ha reiterado la demanda de la dedicación de un 2% del presupuesto de la Generalitat a la cultura, y no ha sido hasta finales de 2002 que la Comisión de Cultura del Parlamento se ha comprometido al aumento presupuestario en un término de 4 años hasta llegar a esta cantidad. El 2% es una ratio aceptada. Otra es el estándar europeo de un tanto cuantificado en euros por habitante; en el 2020, en Cataluña, se ha llegado a los 136€ por habitante en los presupuestos de la Generalitat, un 5% más que el año anterior, fruto de las ayudas otorgadas para paliar los estragos de la pandemia. Pero aún es menester establecer de forma definitiva la cuantificación de los estándares de financiación pública contando las aportaciones de todas las administraciones que intervienen en el financiamiento de la cultura. 

Un último aspecto, polémico y endémico, es el del partenariado entre el sector público y el privado en la financiación de la cultura a través del mecenazgo y el patrocinio. Lo que en otras sociedades, tanto en la europea como en la norteamericana, es una manera de corresponsabilidad entre ambos sectores para que el sector privado llegue dónde el sector público no puede llegar, recibiendo a cambio la consiguiente desgravación fiscal, en el Estado español, que es quien tiene plena competencia, y en la Generalitat de Cataluña, que tiene algunas disposiciones competenciales, se ha convertido en un clásico de la irredeción. Más allá de las declaraciones retóricas y compromisos siempre incumplidos, el sector público considera el retorno fiscal del mecenazgo privado una pérdida en la recaudación en vez de considerarlo una inversión social. El predominio recaudatorio y la falta de una visión sociocultural de los gobernantes imposibilita la obtención de fórmulas fiscal es más progresistas y más socialmente generosas que las Cortes y el Parlamento deberían impulsar con unanimidad y convicción si de verdad creen que la cultura es un bien social y esencial. 

3.

Los sujetos, los seres humanos que habitan el ecosistema cultural lo hacen desde ámbitos diversos que, a efectos del presente discurso, se focalizan en dos vertientes: la de la creación y la de la profesionalización en los ámbitos institucionales y de servicios.

La creación cultural es esencial para el progreso de la cultura y de las personas, es el epicentro de la cultura y no debemos olvidar nunca que sin creación no hay industrias culturales. En un lenguaje más poético “Crear es vivir dos veces”, dijo Albert Camus, y tanto da que se trate de una composición musical, textos literarios, de ensayo o investigación, de la práctica de las artes en los más diversos lenguajes y tecnologías, de trabajos de dramaturgia, interpretaciones artísticas, y el larguísimo etcétera que incluye el concepto de la creación. La situación de la creación artística se ha revelado con una precariedad espeluznante, en abierto descenso con la situación europea. El Estatuto del Artista, entendido como el conjunto de medidas fiscales, laborales y sociales que garantizan seguridad y prestaciones a los creadores, ha sido otro de los grandes deberes incumplidos por parte de del Estado español. A partir del desarrollo del documento 36 propuestas para la mejora de la condición profesional en el mundo de la cultura elaborado por el CoNCA (2014) y en pleno consenso con los diversos representantes de los sectores de la Generalitat, se ha puesto en marcha el primer Censo de artistas del Estado con la voluntad de cuantificar como la primera medida que debería permitir el establecimiento de políticas de ayudas y desarrollo en caso de pandemia y plena recuperación de la normalidad. 

La otra vertiente de los sujetos es la de los profesionales de los servicios culturales. Es un sector amplio y diverso que tiene como denominador común un estatus asalariado, principalmente en el sector público, pero también privado, y unas condiciones laborales que van desde la precariedad contractual hasta la acomodación funcionarial. La profesionalización de la cultura es esencial e innegociable, tiene unos costes que cuestionan su estabilidad y un sistema de contratación tendiente a una precarización cada vez más contraproducente. 

La creación de ocupación cultural a las administraciones públicas ha comportado históricamente la vinculación del profesional a la condición de funcionario público derivando, a la larga, en situaciones de inmovilidad e inercia que perjudican organizaciones, instituciones y personas. Actualmente, tras años de constatar que la administración pública no responde a las necesidades de recursos humanos profesionalizados en el ámbito de la cultura y de servicios culturales, bajo la amenaza del cumplimiento del déficit y los recortes, se ha desarrollado la tendencia de contratación de servicios culturales por medio de empresas que no han llegado a paliar las pérdidas de la contratación pública y, por contra, a menudo han originado problemas de gobernanza y de diferencias salariales entre las mismas tareas a desarrollar en un mismo centro. Otramente, la falta de creación de subterfugios como las pruebas para entrar en bolsas de trabajo, que son listas de espera, y la amortización sistemática de las plazas de ocupación pública sin alternativas de contratación muestran un panorama confuso y errático que desfavorece la necesaria profesionalización cultural. Excepto, claro, que se produzca una necesaria revisión de formas contractuales desde las administraciones y se emprendan reformas estructurales imprescindibles para una continuidad saneada entre profesiones de la cultura, servicios públicos y profesionalización.

El acceso, la movilidad y la versatilidad habrían de constituir nuevos formatos de ocupación para hacer prevalecer los principios de profesionalización contra los de la tradicional e inoperante funcionarización de la cultura, incapaz, a día de hoy, de dar respuestas a las necesidades actuales y a los cambios del futuro que ya están aquí. Y no debemos olvidar que la resistencia, la resiliencia y la experiencia son tres activos y tres formas de vida profesional indispensables en cualquier circunstancia adversa. 

4.

Las herramientas son imprescindibles. Las tecnologías son una herramienta, y actualmente, la más relevante. Vivimos en una época de fragmentaciones, y una de las más notables es la escisión entre las humanidades y la ciencia, un clásico de todos los debates. El futuro de las humanidades ha estado proclamado con la vista puesta en el advenimiento de su fin y la sustitución inexorable del humanismo por la tecnología. En este sentido, se ha querido sustituir el conocimiento por las tecnologías, el saber por las utilidades, los estudios de contenido troncal por las disciplinas utilitarias. Es una tendencia que, de no producirse la inversión de los términos, hará que dispongamos de buenos tecnócratas que serán perfectos analfabetos. Hay ejemplos diversos, pero yo prefiero ejemplificarlo con la anécdota del Taj Mahal, que me parece que proviene de una institución tan significativa como el MIT de Massachussets. Es la de ese profesor que pidió a sus alumnos y futuros analistas una perfilada investigación sobre el Taj Mahal y al cabo de ocho días analizó los resultados y felicitó a los alumnos por la calidad y la exhaustividad de su trabajo, especialmente en las tecnologías de investigación, que habían obtenido unos resultados ejemplares de trabajo bien hecho. Excepto por un pequeño detalle. El profesor se refería al Taj Mahal el gran monumento de la India, una de las siete maravillas del mundo, y no a la gran cadena de supermercados extendidos por los estados de Wyoming, Nevada y Montana.

El caso del Taj Mahal ilustra hasta qué punto la tecnología y su uso no pueden sustituir el sustrato, imprescindible, del conocimiento. Pone de manifiesto también que la tecnología está en proceso constante de cambio y que es una herramienta casi perfecta para facilitar procesos, pero que sin contenidos no tiene ningún sentido. El peligro radica en el deslumbramiento por el progreso y la facilidad de uso de las tecnologías, su sobrevaloración frente al esfuerzo de la creación y la adquisición de conocimientos, en la creación de un estatus de tecnocracia que anule los contenidos de las ciencias y las humanidades.

Quien dice tecnologías dice también gestión, porque hemos asistido a un crecimiento y a una preeminencia extrema del gerencialismo. La gestión es imprescindible y, como la tecnología, el gerencialismo sin el conocimiento es estéril y nocivo. La proliferación y prevalencia de las gerencias frente a la visión de conjunto y experiencia necesaria para la dirección de las instituciones culturales ha causado estragos tanto a la hora de tomar decisiones estratégicas como en la gobernanza ordinaria de las instituciones culturales. 

5.

Los ámbitos de la cultura son múltiples, iba a decir que infinitos, pero querría destacar cuatro bien diferentes: el medio educativo, el medio asociativo, el territorial y el de los usuarios de la cultura.

Que el ámbito educativo forma parte de los fundamentos de toda sociedad es innegable, y que de su calidad dependen el futuro de todo un país también lo es. Por eso resulta imprescindible educar en la cultura y para la cultura. Volvemos aquí a la importancia de las denostadas y menospreciadas humanidades y su cada vez más escasa presencia en la estructura curricular de la educación. Pero es que educar prescindiendo de las oportunidades y atractivo del ecosistema cultural es esconder una importante oportunidad de crecimiento individual y colectivo de la sociedad. La inclusión de las artes y de las prácticas artísticas en el espectro curricular reconocida a nivel legislativo está aún muy lejos de ser una realidad generalizada en la totalidad del ciclo educativo, y ya no digamos de los centros escolares. El Fórum Artes y Educación que el CoNCA está preparando para principios de 2022 revelará importantes experiencias en el marco europeo y ofrecerá propuestas para el logro progresivo de la inclusión de las prácticas artísticas a los ciclos educativos en tanto que un importante eslabón de la educación en la cultura y para la cultura. 

El medio asociativo constituye el sotobosque de la cultura que abarca la totalidad del territorio del país. Es el primer elemento de socialización, de articulación para el gozo y práctica culturales desde la base y desde la comunidad, de integración de corrientes y propuestas de todo tipo, un barómetro infalible de la evolución de sociedades y de pueblos. Trabaja desde el voluntariado, contrata profesionales y desde hace un tiempo, ha realizado un cambio generacional definitivo que ha ocasionado el nacimiento de nuevas entidades y la transformación y puesta al día de otras que rebasan más de un siglo de existencia. 

Necesariamente independiente de toda intervención política reclama por el contrario y con toda la razón, el apoyo de las administraciones para diversas necesidades, entre las que destaca la reconversión y adaptación de sus locales, usualmente de valor patrimonial y declarados bienes culturales de interés local y el desarrollo de actividades para todo tipo de públicos. Estrechamente vinculado con la cultura popular la variada riqueza del medio asociativo es uno de los activos culturales más importantes del país. 

El medio territorial es otro de los ámbitos claves para entender la complejidad del ecosistema cultural de Cataluña. Que hay vida fuera de Barcelona es un hecho incontestable y más que evidente por poco que se salga del área metropolitana. La realidad cultural del país sorprende por su variedad y calidad, ya sea desde el medio patrimonial, escénico, musical, festivo o de eventos. En este sentido, ni los medios de comunicación públicos ni los privados otorgan suficiente espacio para la difusión de la cultura que tiene lugar en la totalidad del territorio, excepto de momentos tópicamente concretos, como puede ser la Patum de Berga, el festival Dansàneu de les Valls d’Àneu, el Temps de Flors o el festival Temporada Alta de Girona, la Fira Mediterrània de Manresa, el Mercat de la Música Viva a Vic, entre otros. Por otro lado, los datos existentes no permiten cuantificar ni medir la actividad cultural cotidiana e incesante que tiene lugar en todo el territorio. Es necesaria, pues, una mirada amplia y generosa hacia el territorio que se traduzca, como mínimo, en difusión y oportunidades de acceso y un sistema estadístico de recogida de datos que garantice la medición cuantitativa y cualitativa de la realidad. 

El factor humano usuario y destinatario de la cultura son los públicos en su más plural manifestación. La calificación de consumidor, equiparando el uso, participación y disfrute de la cultura al mero consumo, denota una actitud mercantilista y reduccionista que va en contra de la propia esencia de la cultura. Es cierto que en términos de industrias culturales el concepto se ha generalizado, pero ha sido en detrimento, a mi parecer, de su propia esencia porque incluso en las industrias culturales no todo es mercantilización. Los públicos son diversos, infinitos y cambiantes y su clasificación obedece a todo tipo de intereses. Si nos referimos a la población escolar, por ejemplo, le ofrecemos un programa educativo, pero también podemos ofrecer programas educativos a públicos familiares, de personas mayores, de colectivos en factor de riesgo, o de formación de adultos. Las necesidades sociales presentes y futuras exigen habilidades y conocimientos de mediación cultural con tal de poder ofrecer a cada tipo de colectivo el nivel y el perfil de participación que requiere y que pide, y por tanto, la preparación de los profesionales de la cultura debe ser suficientemente amplia y abierta para poder detectar y abarcar la idiosincrasia de los públicos con los que se tienen que relacionar. 

Me doy cuenta de que lo que debían ser reflexiones en formato de píldora se han extendido más de lo necesario para un concurso de celebración y bienvenida a futuros profesionales de la cultura, y que he construido un retablo de claroscuros. Pero como no se trata de una lección no estáis obligados a hacerle más caso del que comporta el acto que estamos celebrando. No estoy muy segura de que os haya presentado algunas herramientas con las que construir vuestro manual de ir por el mundo de la cultura. Lo que sí querría es, que más allá de la confluencia de realidades y problemáticas, vierais en mis palabras la pasión y el entusiasmo que os quiero contagiar. Porque, al fin y al cabo, la dedicación a la cultura en cualquiera de sus ámbitos es una vía de búsqueda y logro de la felicidad. Eso os lo puedo asegurar. ¡Muchas felicidades y adelante!

Discurso de Jorge Bonet, delegado de la promoción del Grado en Humanidades y Estudios Culturales

Muy buenas tardes a todos. Me gustaría dedicar unas breves pero sinceras palabras a mis compañeros de la promoción del 2020-2021 del Grado en Humanidades.

Esta carrera para muchos de nosotros fue un salto hacia lo desconocido. El inicio de nueva etapa para muchos, para otros, una nueva ciudad y para casi todos, una nueva universidad. Nos enfrentábamos a una serie de nuevos retos y cada uno de nosotros pensando que lo hacíamos solos. Sin embargo, desde el primer momento hemos estado acompañados; la complicidad y compañerismo de los alumnos, junto a un trato tan humano y cercano por parte de la Facultad ha hecho que cada uno podamos explotar nuestro potencial e indagar dentro del saber. Porque, al fin y al cabo, en eso consisten las humanidades, este grado lo hemos estudiado no solo para prepararnos para esta nueva etapa que se nos abre, sino también para disfrutar del hecho mismo de estudiar. Cada una de las iglesias románicas que hemos visto, las distintas formas de escribir a lo largo del tiempo sobre un mismo tópico literario, el aprendizaje de los sucesos que han forjado este presente y cómo aunar todo ello en una posible interpretación, son solo algunas de las infinitas cosas que nos llevamos de la carrera. 

Pero, sobre todo, querría destacar esa capacidad de interpretación de las cosas. Frente a un mundo que ve muy a menudo las cosas unívocamente, la Facultad de Humanidades de la Universitat Internacional de Catalunya nos ha brindado la oportunidad de reunirnos a profesores y alumnos en un mismo espacio. Un espacio para escuchar, debatir y reír en más de una ocasión. De esta manera, cada uno de nosotros se ha visto forzado a salir de sí mismo para tener que ampliar su visión del mundo. Y este último creo precisamente que es el gran logro que hemos podido alcanzar todos juntos a lo largo de estos años del grado. Hemos alzado la vista hacia nuevos frentes que se abren a nuestro derredor y que esperan ser descubiertos en esta nueva etapa que comienza para nosotros. Pero siempre tendremos que acordarnos de por dónde empezamos el camino, para así no perdernos y poder tener siempre presentes los recuerdos de estos años tan buenos de aprendizaje. Por eso querría agradecer a la Facultad de Humanidades de UIC Barcelona y a los profesores del grado toda la dedicación que han puesto en formarnos. 

Felicidades a todos mis compañeros que se han graduado, hoy cerramos una etapa, pero también empezamos una nueva.

Discurso de Karen Samudio, Ekaterina Vargas y Alejandra Salinas, delegadas del Máster en Gestión Cultural

El futuro siempre es incierto y en tiempos de pandemia esto se hace más notorio. No tenemos el control de las circunstancias, pero aprendimos a ser resilientes y persistentes. Cuando quisimos emprender este viaje, mucha gente nos llamó locos por haber asumido semejante riesgo. Pese a esto, decidimos continuar, porque para todos nosotros, ese riesgo valía la pena. El aprendizaje.

Nos llevamos mucho aprendizaje: sobre la industria audiovisual, editorial, artes escénicas, artes visuales, un sin fin de contenidos; para nosotros, gestores culturales, sumergirnos en tan preciadas temáticas hizo vibrar nuestros corazones, almas y mentes. No queda duda que ya no somos los mismos, cuestionar y reaprender es nuestro lema. 

Nuestros compañeros, tan diversos y únicos, en tan poco tiempo se convirtieron en nuestra familia. Todos de distintas partes del mundo, con diferentes experiencias de vida y sueños, pero unidos por la misma pasión: la gestión de las culturas y las artes.

Alejandra, Lucía, Andrea, Kristine, Simón, Jorge, Carme, Martina, Sonia, Tomás de, Carmen, Marina, Vanessa, Estefanía, Paula, Lucas y Teressa: ¡Que nuestros caminos se sigan encontrando y que siempre luchemos por nuestros sueños! ¡Porque somos eso, gente valiente y que va siempre de frente! 

Finalmente, nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de nuestras familias y amigos, que estuvieron a nuestro lado en esos días, cuando las noticias nos abrumaban. 

Gracias al apoyo de todo el plantel docente y directivo de UIC Barcelona, por su adaptación a la nueva normalidad, su trabajo intenso y por hacer posible un máster semipresencial. Gracias a todos por hacer posible nuestro sueño de convertirnos en gestores y gestoras culturales.

Muchas gracias.

Discurso de Francesca Rama, Òscar Montes i Allison Clement, delegadas del Máster en Gestión Cultural, English Programme

Profesorado, personal, graduados/as, estamos muy agradecidos de estar aquí hoy.

Los discursos de graduación son un desafío. Somos muy conscientes de la dificultad de decir algo que no sea tópico ni superficial, pero creednos, es realmente difícil. Pero sabemos que todos estamos ansiosos por celebrar, así que lo haremos breve.

En primer lugar, nos gustaría agradecer a todos los que nos ayudaron a llegar a este punto y compartieron sus conocimientos con nosotros. Su apoyo, ánimo y experiencia nos han preparado para contribuir e innovar en nuestros campos elegidos en los próximos años.

Todos venimos de diferentes orígenes para explorar diferentes intereses. Música, arte, teatro, danza. Pero el amor por las artes y la cultura nos unió y tuvimos la suerte de poder aprender y experimentar estas cosas mientras estudiábamos durante una pandemia global. Aún así, Barcelona ha sido un lugar maravilloso para estudiar, dándonos la bienvenida a todos y persistiendo en la adversidad para compartir su cultura con nosotros.

Cada final tiene un nuevo comienzo. Hoy puede ser el último día para algunos de nosotros como estudiantes, pero creemos que nuestro aprendizaje continuará después de hoy.

Las universidades internacionales brindan una oportunidad para que los estudiantes nacionales e internacionales se relacionen, compartan su cultura con los demás y hagan de este mundo una aldea global. Esta es una gran oportunidad para nosotros, los estudiantes. No solo para mantener la amistad de los trabajos de clase o grupo, sino que por habernos ayudado mutuamente a construir relaciones bilaterales con nuestros respectivos países. Algunos de nosotros nos quedaremos aquí, pero muchos de nosotros regresaremos a nuestros países de origen o a nuevas ciudades con nuevas aventuras esperando. No importa a dónde vayamos, llevaremos con nosotros estos recuerdos y amistades, listos para compartir nuestro nuevo conocimiento con los demás.

Mientras naveguéis por el resto de vuestras vida, estad abiertos a la colaboración. Como sabéis, nadie está aquí hoy porque lo hicieron por su cuenta (creo que todos recordáis el segundo trimestre…). En este último año nos hemos enfrentado a nuevos retos y hemos crecido personal y profesionalmente gracias a quienes nos rodean.

Nos vamos con una mayor comprensión de los caminos que queremos seguir y lo que se necesita para llegar allí y por eso les damos las gracias.

Clausura del acto a cargo de la Dra. Judith Urbano, decana de la Facultad de Humanidades

Sra. Vinyet Panyella, presidenta del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes,

Dra. Marta Crispí, directora del Máster en Gestión Cultural,

Claustro de profesores de la Facultad de Humanidades de la Universitat Internacional de Catalunya,

Apreciados alumnos, familiares y amigos,

En primer lugar, quería dar las gracias a todos los asistentes para acompañarnos en un día tan especial como este. Ya que la Dra. Marta Crispí ha dirigido sus palabras a los estudiantes del máster que dirige, yo me dirigió primero a nuestros estudiantes del Grado en Humanidades y Estudios Culturales, que hoy terminan una gran etapa de sus vidas y empiezan una igual de importante. Es un momento sin duda de pena y alegría, para ellos y también para nosotros.

Habéis llegado aquí con mucho esfuerzo, con momentos buenos y otros más difíciles, pero habéis ido aprendiendo a superar los obstáculos y llegar a la meta final. Estamos contentos de que lo hayáis conseguido, de ver cómo habéis evolucionado como personas, cómo habéis superado obstáculos para disfrutar ahora de la satisfacción de un trabajo bien hecho. Pero, por otra parte, también experimentamos una cierta tristeza, ya que sabemos que ha llegado el momento de dejaros ir, debéis volar solos. Creo que en la Facultad los profesores os han enseñado a pensar, a ser críticos, a no prejuzgar, a dialogar, a ser tolerantes, empáticos y respetuosos con los demás, a abriros a nuevas culturas y gente que piensa diferente. Espero que esta huella, la de los humanistas, se note en vosotros. Los profesores de la Facultad de Humanidades os han transmitido conocimientos, pero también valores, por eso quiero agradecer enormemente y públicamente a todos el esfuerzo que hacen cada día por hacer tan bien su trabajo. 

Os lleváis muchos conocimientos, de historia, de filosofía, de literatura, de historia del arte... Disfrutad ahora de aquellos libros que no tuvisteis tiempo de asimilar, de leer pausadamente; ahora podréis discernir y escoger aquellas lecturas que anotasteis un día en los apuntes. Tomad tiempo para hacerlo. Sabéis que los humanistas necesitamos la lectura para no desfallecer por la superficialidad y frivolidad de la sociedad que nos rodea.

También quiero dedicar unas palabras a los padres, a aquellos que dejaron que un día sus hijos estudiaran la carrera de Humanidades. Esto tiene mérito en una sociedad como la actual, en la que solo lo que da un fruto inmediato, o lo que sirve para hacer dinero tiene importancia. Por lo tanto, gracias para ir a contracorriente y apostar por la formación en UIC Barcelona. 

A los estudiantes del Máster y a sus familias también les queremos agradecer la confianza depositada en nuestra institución. El Máster es calidad, es una apuesta segura y consolidada gracias a tener a la Dra. Marta Crispí al frente del proyecto y su dedicación incansable. También quiero dar las gracias expresamente hoy a una persona que nos deja para emprender un nuevo camino que estoy segura de que estará lleno de éxitos, pero que ha hecho mucho por la Facultad de Humanidades durante mucho tiempo. Me refiero a Naghieli Amarista, por su entusiasmo, sus ideas, por su creatividad y buen humor, por su trabajo y dedicación durante estos años. 

También a las secretarias, Patricia Fuente y Elena Garcia, que hacen un trabajo que quizás pasa más desapercibido, pero que es muy necesario para que la Facultad salga adelante día tras día. 

Asimismo, quiero destacar el papel de la Junta de Centro. La gestora, Íngrid Soriano, y el vicedecano, el Dr. Albert Moya, y darles las gracias por su ayuda y su apoyo. Hace ya cinco años que decidimos emprender esta aventura y es todo más fácil cuando se trabaja con personas honestas, leales, trabajadoras, con buen humor y espíritu positivo y de servicio al lado.

Queridos alumnos, ahora seréis alumni de UIC Barcelona, recibiréis noticias nuestras y cada año nos gustará veros de nuevo en el encuentro que hacemos para los alumni de Humanidades. Nos encantará saber de vosotros, sentir cómo os va y qué nuevos proyectos habéis iniciado.

Solo me queda daros mi más sincera enhorabuena, ¡muchas felicidades a todos!